jueves, 20 de septiembre de 2012

Sobre Catalunya


Catalunya es una nación. Los términos del debate son importantes, porque marcan el terreno de juego, los instrumentos de la dialéctica y el marco de desarrollo de los proyectos que sobre ellos se puedan construir. Los nombres por los que se denominan a las cosas van unidos a los símbolos, que de por sí no son nada, pero vienen cargados de lo que la comunidad con ellos identificada le quieran dar. Son aglutinantes, iconos que representan hacia el interior y hacia el exterior quienes son y que son los miembros de esa comunidad. Y en el todavía vigente marco de la constitución española de 1978 Catalunya es una nacionalidad.

Manuel Fraga afirmó “el hecho indiscutible de que nación y nacionalidad es lo mismo” y Peces Barba comentó “afirmamos de nuevo aquí, que el término «nacionalidad» es un término sinónimo de nación, y por eso hemos hablado de España como nación de naciones”. Hay un elemento curioso y que conviene reparar en el. Y es que la adicional primera de la constitución española referente a los derechos históricos de los territorios forales no se refiera a aquellos territorios forales que perdieron su foralidad en los decretos de “Nueva Planta” en el entorno a 1714. Aún cuando no los especifica, se interpreta que se refiere únicamente a los 4 territorios de hego Euzkadi. ¿Porqué? ¿Que ocurrió para que así fuera? Es conocido que ofrecieron a los catalanes en la transición un modelo similar al concierto económico. Eso si, ¿con qué encaje constitucional lo hacían? Sería interesante conocerlo.
Josep Tarradellas no quería el estatut. Eso dicen. De ser cierto ayudó a que el vasco fuera el primer estatuto en tramitarse. Y también se comenta que o bien el o bien Jordi Pujol afirmaron que no querían para nada ni policía propia (fuerzas represoras decían) ni recaudar los impuestos. Tareas ingratas, por impopulares, que un territorio como Catalunya debía obviar para centrarse en otras cosas. Pero hay que reconocer que el pasado está para lo que está, conocer de donde viene uno. Pero no debe ser argumento para el futuro, en sus estructuras jurídico-político-administrativas. O eso o tendremos que esperar las reivindicaciones del alcalde de Roma muy pronto.
En el marco actual, tras 33 años de autogobierno catalán, en el que hay que recordar que ha habido dos referéndums sobre sendos procesos estatuyentes, han sido las ciudadanas y ciudadanos de catalunya los que han decidido, en su caso, dar su aprobación. El resto de habitantes del territorio del estado español no han participado. Lo mismo que en los casos de Andalucía, Galiza o Euskadi. Y es que eso era lo lógico. Aún así, en el marco con el estado, el estatut no se cumplió. El no estatut pactado por el 85% del parlament fue cepillado en madrid (a esto no se le debería encontrar lógica, al menos internacionalmente), y no contentos con esto fue vuelto a cepillar por el tribunal constitucional. Y recortado por la vía de los hechos por el actuar de los gobiernos de Zapatero y Rajoy, en especial en el tema de la financiación. ¿Qué hacer?
Lo lógico sería tratar de reparar los contrafueros. Pero ya casi va para 300 años que se los quitaron. Con los instrumentos a su alcance lo primero que idearon fué precísamente el nou estatut, como nuevo pacto con el estado. Pero supuso un fracaso. Muerta y enterrada toda aquella teoría que preconizaba Maragall desde la Generalitat ha habido otras iniciativas más expeditivas. Las consultas, la AMI, la manifestación de la diada o el Territorio Catalán Libre. Las consultas se fueron haciendo sobre un total de al menos 500 municipios catalanes, sobre una población de 702 mil habitantes, resultando una participación efectiva de 192 mil habitantes, de los cuales 182 mil fueron favorables a la independencia. Posteriormente se creó la Asociación de Municipios para la Independencia, que acoge 555 municipios catalanes. La Diada nacional de 11 de septiembre de 2012 un millón y medio de catalanes se expresó bajo el lema “Catalunya nuevo estado de Europa”. Y se ha dado un paso más, 15 municipios se han declarado ya territorios libres, reclamando al Parlament y la Generalitat abrir el camino a la independencia y la soberanía.
Al final todo se reduce al marco democrático y al viejo prisma liberal de la soberanía popular. Y en el caso catalán ésta se residencia en el Parlament de Catalunya. Dejando de lado el escenario de acuerdo llamémosle confederal o federal asimetrico, más bien por imposible, como se constata la plena negativa a cualquier modelo de Pacto Fiscal por parte de Moncloa (aderezado por el bloguero Borbón con una serie de amenazas y no un llamamiento al diálogo y al acuerdo, al pacto y a la negociación). Una vez superado esto queda apelar a lo que en el siglo XX dio a luz a la mitad de las naciones europeas actuales. Ahí está el caso de las Repúblicas Checa y Eslovaca, que en 1991 aún tenían un sistema completamente incompatible con los estándares de la entonces Comunidad Europea, en 1993 se divorciaron, y el 1 de mayo de 2004 ingresan en la UE. Tan sólo 11 años después de su nacimiento.
En el futuro de Catalunya una de las opciones es, precísamente, ser parte de la UE. Como estado sucesorio, a ejemplo de Rusia y las demás repúblicas respecto a la URSS, con sus derechos y deberes en instancias internacionales. La UE estableció en el caso de Montenegro y su referéndum en 2006 dos criterios: debe votar al menos el 50% de las personas con derecho a voto y el voto «Sí» debe tener una votación superior al 55% de los votos válidamente emitidos. Y ahí está el caso de Kosovo, con su independencia proclamada únicamente por su parlamento, y que lógicamente no es el camino ideal. Aún así 91 de los 193 estados miembros (47,2%) de las Naciones Unidas (ONU), 22 de los 27 (81%) de la Unión Europea (UE), 24 de los 28 (86%) de la OTAN y 30 de 57 (53%) de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) han reconocido a Kosovo. Serbia se niega a reconocerlo. Hasta la fecha, ningún país que ha reconocido a Kosovo ha retirado su reconocimiento, en contraste con otros países no miembros de la ONU, como la República Árabe Saharaui Democrática y la República de China.
Algunos dirán que la República Catalana pueda no ser reconocida como estado sucesorio, ni reconocérsela el derecho de autodeterminación que se aplicó a la re-unificación alemana en 1990 y que se aplica en los casos de Groenlandia o de Escocia. Y dicen que se opondría el estado español a su incorporación a la UE. Bien, pensemos en esa clave. Existe la EFTA, de la que saltaron estados como Dinamarca, Austria o Portugal a la UE. Puede ser uno de los escenarios. Existe el Espacio Económico Europeo, que suma la UE y la EFTA. Noruega, miembro de la EFTA, protector de su pesca y de sus hidrocarburos, es miembro de Schengen, tiene las fronteras abiertas con Suecia y Dinamarca. Suiza, con su sistema de consultas, aplica lo que su ciudadanía quiere. Y no es necesario estar en la UE para el uso del Euro, como sucede en casos como Montenegro, Bosnia, Kosovo … Croacia, independizada en 1991 el 1 de Julio de 2013 será estado de pleno derecho de la UE. Un largo viaje. Islandia, que no tiene ejército, y aún así es miembro de la OTAN, está en negociaciones con la UE cara a su posible adhesión. Solicitó formalmente el inicio de negociaciones el 16 de Julio de 2009. El 27 de Julio se iniciaron formalmente las negociaciones. Para el 1 de abril de 2012 10 de los 35 capítulos de las negociaciones se hayaban ya cerrados. No todos los candidatos se encuentran en la misma posición de salida. Y como se señala, también existe la EFTA, que, supletoriamente, puede tener los mismos efectos.
Supongamos que no hay UE ni EFTA para Catalunya. Bueno, ahí está Andorra (y un estado libre asociado a Andorra?), existe Mónaco, San Marino, existe … Quebec, con la victoria soberanista en sus elecciones. Existe la ley de la claridad derivada de la sentencia de 1998. Y existe Flandes. E Irlanda del Norte, con su declaración de Downing Street de 1994. Pero es que si hay un pacto originario, en teoría, implica el derecho a desdecirse del mismo. Y en el futuro de Catalunya, en el mediterráneo, con posibilidad de acceso a las autopistas del mar, podría ser un “puerto franco”, una zona franca, una especie de Singapur del mediterráneo occidental. O, porqué no, un paraíso fiscal, al estilo de la Isla de Man. ¿Porqué no pedir el nuevo estado, llegado el caso, la protección de la monarquía británica, una vez reconocida su soberanía y su independencia? Hay muchas posibilidades de establecimiento y de viabilidad de esa República Catalana. Desde Castilla se les denomina “fenicios”. Seguro que con su ingenio e inventiva lograrían salir adelante como nación y como estado.
Volviendo al principio. Las leyes y la constitución son lo que son, y la Constitución de 1978 es la que es, sólo que es una pena que se den interpretaciones restrictivas. Así lógico que un catalán pueda pensar que para qué van a hacer ellos el papel de Alemania respecto a Extremadura dentro de España cuando Alemania no está dispuesta a jugar el papel de Catalunya respecto de España. Y la clave un poco está aquí. En esto y en que la legislación de la UE es superior a la estatal. Para que ningun estado se pueda escaquear del cumplimiento comunitario. Y en un proceso de constitución de uniones bancarias o fiscales, de camino, tal vez, a una constitución efectiva o unos “Estados Unidos de Europa” con el horizonte efectivo de las elecciones europeas de 2014, si el estado es incapaz de ofertar a los catalanes la vía de ser ellos mismos, con su marco de derecho público y derecho privado, con sus instituciones, quizás es porque les ha llegado la hora de volver a tener una constitución propia, y que el acceso y participación en dicho proceso de construcción europea lo sea por la vía directa, en vez de a través de Madrid, como hasta ahora. Para garantizar de manera definitiva hacia el futuro el ser y sentir catalán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario