viernes, 21 de septiembre de 2012

Mas sobre Catalunya


Catalunya tiene derecho a defender sus propios intereses. Mucho se ha hablado en los últimos tiempos del interés común y que la actuación de los representantes catalanes no aportaban nada bueno al bien común “español”. Pero es que hay que ver que quien lo pide es el estado español, un estado visto desde Catalunya como algo cada vez más lejano, si es que alguna vez fué completamente visto como propio. Y es que a los representantes electos en Catalunya los eligen para que defiendan los derechos individuales y colectivos de Catalunya. A eso deben responder, y sobre esa base han de hacer política.

En un estado en el que hasta el presente, en educación, se había establecido que el marco de competencia autonómica en la educación universitaria era el 45% en las que tenían lengua propia y un 35% en las que no la tenían, la nueva propuesta del hombre de Edurne Uriarte viene a proponer un 25% a las comunidades sin lengua propia, y un 35% a las que si lo tengan. Es un elemento visible de una propuesta re centralizadora de arriba abajo, para reintegrar la competencia de educación al estado, cuando es el ministerio de educación el que ya no debiera existir. Ante esto la reacción ha de ser contundente y basada en hechos y no en palabras. Porque la agresión es grave y con vocación de permanencia. Por otro lado se va a proponer una ley de unidad de mercado, con la idea de suprimir desde el estado las normas autonómicas y locales. Aquí parece que hay un choque entre las leyes autonómicas y del estado y sobre el marco competencial entre comunidades y el estado. Son sólo dos aspectos de una ola centralizadora del gusto del estado español.
La lengua es fundamental. Es lo que nos hace ser diferentes. Una lengua es algo más que una forma de comunicarse, es una forma de ver el mundo. Y su supresión supone un ataque contra uno de los símbolos de una nacionalidad, que es lo mismo que decir de una nación. Imaginemos que, en la estela de la declaración del 40 aniversario del encuentro del Eliseo, en 2002, Francia y Alemania hubieran profundizado su integración bizona, y por demografía hubieran dicho que en París tuvieran que rotular en pie de igualdad en francés y en alemán. Y basarlo en que Carlomagno hablaba ambos idiomas. ¿Que pensarían entonces los franceses? O imaginemos que a portugal le entrara la neura de formar una Unión Ibérica (cosa de la que en el siglo XVII huyeron como de la peste). ¿Qué pensarían de tener que ver el portugués en pié de igualdad con el castellano, y que absolutamente todo tuviera que estar en bilingue (sólo en portugal, claro) y que el uso único del portugués fuera denominado excluyente? Pues eso pasa con el catalán, que se habla en 4 comunidades del estado español y en otros 3 estados de Europa. Lo hablan entre 12 y 15 millones de personas, una de las lenguas más habladas de la actual Unión Europea.
Ahora se hablará de un modelo federal (no ya asimetrico estilo Pascual Maragall o confederal modelo fueros), pero si algo nos enseña el estado español en su trayectoria es el irrespeto por los intereses, competencias, derechos y fueros de los distintos pueblos que han sido parte. Y otra cosa, aparte del profundo desconocimiento de su propia historia, está la larga y profunda traza de desmembramiento del estado español en lo largo de su historia, tanto de sus territorios de América, Asia, Oceanía, África o Europa. Basta echar un vistazo al artículo 10 de la constitución (antiespañola y antiforal) de Cádiz de 1812. Y luego visualizar un mapa de 2012. O recordar que los ciudadanos del Sahara Occidental o de la Guinea Ecuatorial eran ciudadanos con censo español y con su DNI español, y con su representación en las cortes (franquistas, eso si). Por tanto, incluye una tradición de traiciones a ciudadanos “españoles”, como lo reconoce, por ejemplo José Ullate con “Españoles que no pudieron serlo” y el proceso de emancipación de los territorios americanos del estado español.
Mensajes del miedo hay y habrá muchos. Pero una sociedad que está en marcha es difícil pararla. Por otro lado, por ejemplo, Suiza es estado miembro de la ONU desde 2002. Eso si, tranquilidad, pues la Carta de la ONU de 1945 establece sus efectos para todos los estados del mundo, signatarios o no, parte o no de la organización. Cabe añadir que el último miembro añadido es Sudán del Sur, el 14 de Julio de 2011. Montenegro lo fué el 28 de Junio de 2006, al poco de su referéndum. Entre 1999 y 2002 ingresaron 7 estados, y entre 1990 y 1994 lo hicieron 29 estados. El total de estados miembro de la ONU es de 193. Curiosamente hay que decir que en los pasados Juegos Olímpicos había 20 delegaciones más que estados miembros de la ONU. Cosas de la democracia. ¿Como se entra en la ONU? Con la aquiescencia del Consejo de Seguridad, en especial de los 5 grandes. Si se consigue su apoyo o su abstención ¿cómo podría españa, en cualquier caso, aplicar un veto al ingreso de Catalunya en la ONU?
Por otro lado se habla de actuar preventivamente sobre la supuesta elección anticipada al Parlament de Catalunya por si toma un cariz constituyente. Bueno, aquí cabría decir simplemente que lo hagan. ¿Cómo quedaría en el marco de la UE, de la OTAN y del mundo occidental el impedir una límpia y democrática elección al cuerpo legislativo de un pueblo como el catalán? Harían más fácil la independencia. Lo mismo que apelar a la unidad en base a las fuerzas armadas. Sería interesante ver un ejército presúntamente democrático aplastar unas elecciones parlamentarias en el corazón de la europa democrática. Porque hay que recordar que las cortes electas en el estado español en 1977 no se convocaron con un mandato constituyente, y sin embargo lo fueron. Lo cual permite, en teoría, convocar, cuando toque, unas elecciones al Parlament de Catalunya y que estas, vistas las circunstancias, puedan culminar un proceso de declaración de reasunción de la soberanía o se conviertan en constituyentes. Eso quedará de mano de las y los electos en ese proceso electoral.
La cuestión de fondo se encuentra en el respeto al ser, sentir … pero sobre esto, a las formas jurídico-institucional-adeministrativa que tomen la personalidad de pueblo y de nación. Catalunya, sus mujeres y hombres, tienen que ser partícipes de un proyecto común, colectivo, que respete su individualidad, y sus derechos colectivos. Cuando esto es así, como en Suiza, existe una federación estable, con respeto a las diferentes lenguas, diferentes orígenes… pero allí donde no se produce este respeto, como la URSS o Yugoslavia, en un proceso de larga duración en el que la personalidad de un pueblo no acaba de desaparecer, conclusivamente se produce un choque en el que o bien el estado cambia, como el caso de Bélgica, o se acaba por romper y descomponer. Un ejemplo pudiera ser la Sudáfrica post guerras boer. Eran dos colonias afrikaaners y dos británicas. Los boers perdieron una guerra en la que los ingleses “compraron” a los españoles de la guerra de cuba el concepto de “campo de concentración”. Años después se fundó la Unión Sudafricana. Los perdedores de la guerra ganaron la paz. No apostar siempre por el díalogo, la negociación, el acuerdo y el pacto conlleva enfrentarse con un muro. Y no es conveniente pegarse contra un muro continuamente.
El Pacto Fiscal es mucho más que dinero exclusivamente. Siempre es más porque no sólo es más (o menos) euros, sino que es la responsabilidad de recaudar uno mismo y gastar de lo que hay en lo que uno crea conveniente. El secreto reside en gastar lo que se recauda, manteniendo saneado el sistema. Cuando uno ve como le recaudan otros, el marco financiero depende del exterior, las prioridades de gasto están sujetas al ingreso de capital desde el exterior. Un ejemplo que, aunque no tiene que ver con nada del Pacto Fiscal, ejemplifica el sentir catalán. Y debiera ser el valenciano también. El corredor mediterráneo que debería correr paralelo a la costa desde Algeciras a la Jonquera lo quieren hacer pasando por Madrid. Todo el que vea un mapa verá la aberración que es. Es absurdo. Y como este caso en muchos otros ejemplos en la relación entre Catalunya y España.
Legitimidad y legalidad. Ese va a ser, en el fondo, el choque que va a surgir en el caso catalán. El estado español está constriñiendo progresivamente el marco competencial y estatutario, niega de plano la iniciativa del Parlament de Catalunya aprobada por mayoría absoluta del Pacto Fiscal en todas sus formas y colores. Está claro que Catalunya no va a tener un lugar en el que estár cómoda y a gusto consigo misma. La legalidad teórica es la constitución española de 1978. Seguro que hay resquicios como en artículo 10.2 para señalar que una superación de la legitimidad catalana sobre la legalidad española. Dirán que lo mejor es intentar una reforma de la constitución española. ¿Saben lo que supone? Y ¿para qué? Si el sujeto de decisión es el pueblo de Catalunya. La legitimidad es superior siempre a la de la legalidad si se basa en el respeto de una mayoría social que así lo pide y con respeto escrupuloso a todos y cada uno de los derechos humanos, tanto individuales como colectivos. Y una legalidad determinada no puede ser el obstáculo para una legitimidad manifiestamente expresada.
Si le preguntas al estado español te dirá que no es el momento. Que la sociedad no está serena, que no hay relax en el conjunto del “país” (se refieren a “España”), que si la crisis … bueno, para cosas de este formato el país ocupante dirá siempre que el momento es nunca. Siempre habrá una cuestión para parar e impedir cualquier intento democrático a decidir el futuro. Y más cuando se trata del 20% del PIB del estado español. Por eso, una vez se produzca el sereno, tranquilo, pero profundo debate sobre el estado de la nación (catalana) en el Parlament de Catalunya, si deciden acudir a elecciones para reivindicar el Estado Propio, perfecto. Si este ha de luego ser proclamado en el Parlament de Catalunya, que así sea. No podrá someterse previamente porque como ocurrió en el caso de la Consulta del Lehendakari Ibarretxe el “aséptico” (sic) Tribunal Constitucional Español te dirá en paralelo que ni siquiera existe el pueblo catalán, invalidando las bases del estatut. Las no cepilladas previamente. Y si la comunidad internacional lo requiere, posteriormente a esa declaración institucional, pueda celebrarse una consulta refrendatoria de dicho acuerdo soberano y popular. El estado español tiene instrumentos y cartas a su alcance para jugar, pero las de Catalunya, que no puede ni debe renunciar a su futuro, con la ayuda y la necesaria comprensión de la comunidad internacional, han de poder eliminar rémoras y lastres y abrirle de par en par las opciones de poseer una estructura jurídico – político – administrativa acorde con sus aspiraciones y anhelos y que garaticen los derechos individuales y colectivos del pueblo catalán.

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