sábado, 22 de septiembre de 2012

Catalunya y el estado propio


Muchas personas están más a gusto con viejos problemas que con nuevas soluciones. José María Aznar ha afirmado que “nadie va a romper España” y quienes intenten hacerlo cometen “una deslealtad” y “una gravísima equivocación”. Nada nuevo. Y si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Es lo mismo que se encierra en la ecuación I+D+I, de Investigación, Desarrollo e Innovación (a la que le falta un +K de Kultura, y que cada pueblo aplica la suya). Es una fórmula que hay que aplicar, también, al ámbito delas instituciones y de la política. Hemos de ser capaces de afrontar los nuevos tiempos con ánimos renovados y sin taras ni rémoras del pasado.

Cuando se habla de la ruptura de España y se apela a la constitución española de 1978 (en el marco vasco cabría decir que sólo un 33% del censo votó por ella, en contraste con un 53% que lo hizo por el estatuto, actualización de los derechos históricos del pueblo vasco, es decir, los fueros) habría que señalar con propiedad: ¿qué es españa? Y es que ¿donde dice en la constitución española de 1978 que Catalunya sea parte efectiva de España? No se alude a ningún territorio en específico. Más allá de la capitalidad en la villa (en base a una falsificación documental) de Madrid. Y el caso más claro es el Sahara Occidental. Eran ciudadanos españoles, no eran una colonia, se supone, sino una provincia, igual que Cuenca o Girona. Y el actual jefe del estado español, el romano Juan Carlos Borbón, rompió España, vendiendo a los saharauis. Bueno, la cosa no es tal, pues cuando entró en el proceso de descolonización de la ONU, aún hoy, de no haber hecho dejación de las mismas, y aún así, como sujeto pasivo, sería algo así como el papel de Sudáfrica con Namibia hasta la autodeterminación de esta en 1990. España es, en forma pasiva, fideicomisario del territorio saharaui. Y no lo ejerce porque ha vendido esos derechos a costa de un porcentaje de los fosfatos y de la pesca. Jurídica y legalmente no veo diferencia entre los saharauis y los catalanes. A los dos, en el fondo, España los ha vendido.
España tiene sus límites territoriales algo difusos. Porque no es una nación. Ceuta, Melilla, Gibraltar u Olivenza son ejemplos palmarios. Las denominadas plazas de soberanía en África es algo complementario del tema. La isla de los faisanes o la misma existencia de Andorra son restos de un reparto llevado a cabo en la historia de los estados de ambos lados de los pirineos por parte de lo que hoy son las denominadas España y Francia. Pero, como se dice habitualmente, la historia no va a determinar el futuro. Lo serán las y los ciudadanos en base al principio democrático. En Europa los españoles debieran explicar como y donde fueron introducidos los artículos 2 y 8 a los que apelan los políticos españoles. Fueron militares del ejército franquista quienes sugirieron lo de la “indisoluble unidad de la nación española” (desmembrada a lo largo de siglos, curiosamente), y en el del 8 la cita fue literal de un papelito que un militar llevó a donde estaba reunida la comisión redactora de la ponencia.
Eslovenia fué el primer estado en independizarse de la antigua Yugoslavia. Desde el centro, Serbia, no hubo apenas reacción. El 1 de mayo de 2004 fué hecho miembro de la UE. En 1991 Croacia declaró por referéndum su independencia. Contaban únicamente con un cuerpo policial propio. Alemania y el vaticano fueron sus primeros apoyos. Ese mismo año, en Lituania, se encerraron en el Parlamento y declararon su independencia. Vytautas Landsbergis, primer ministro, suponía que se lanzarían sobre ellos los paracaidistas soviéticos y pusieron perchas en el techo para unos soldados que nunca llegarían. También ingresaron en la UE en 2004. ¿Que enseña esto y otros ejemplos no tan lejanos? Que cuando un pueblo quiere encontrar la vía, aunque esta no exista, la crea. Y con un añadido. ¿Donde se celebró el referéndum de Timor Oriental de 2002, en el propio Timor o en toda Indonesia? ¿Y en el caso de Quebec, esa provincia francófona o todo Canadá? ¿Y en el caso escocés? Si lo tienen claro que las y los ciudadanos de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte no tienen más que respetar su derecho. Toda asunción de soberanía mediante consulta ha sido mediante la consulta al pueblo concreto que ejerce sus derechos, ni más ni menos. No hay ejemplos de lo contrario. Otra cosa, lógicamente, es que no guste a la metrópoli. Al menos durante un tiempo. Como la sarampión, acaba por pasarse.
Se habla como opción la de la reforma de la constitución española de 1978 por el procedimiento agravado (claro, cuando quieren se puede reformar en pleno verano, por el procedimiento abreviado, y sin consulta a los españoles, pues esos no cuentan). Bien, veamos, supone que en las actuales circunstancias unos 3/5 del congreso y del senado voten a favor de la reforma. Se disuelven las cortes, se convoca un referéndum en todo el estado, paralelamente, y si sale que si las nuevas cortes han de votar por ratificar el asunto por 3/5. Al PP y al PSOE les conocemos muy bien. Y la ciudadanía española no tiene derecho a decidir sobre los asuntos de pueblos como el catalán. Es una legalidad que se erige en trinchera para coartar derechos nacionales de pueblos sin estado (por ahora) que están en el seno del estado español. Por eso cabe decir, reformar la constitución, ¿para qué? No tiene ningún sentido. Sólo lo tendría si los españoles quisieran superar esa costosísima y anacrónica monarquía (de más de 600 millones de euros anuales). Si ellos quieren, cuando ellos quieran y como ellos quieran. Es su problema.
Es más que evidente que estamos en un final ce ciclo. Es la constatación de un fracaso. Histórico fracaso. El mismo Jordi Pujol lo ha reconocido. El encaje amable de Catalunya en España es imposible pues acaba por suponer asumir las tesis y necesidades de España y su gobierno. Cambiar España para que se convierta en algo donde Catalunya se sienta a gusto es imposible. España no va a cambiar. Desengáñense. El Estatut y el Pacto Fiscal son dos cadáveres evidentes. Al expolio fiscal, es decir, la incapacidad de definir el gasto en base a la incapacidad de recaudar lo propio uno mismo se le añade el sistemático incumplimiento de la ley, su ley, cuando les interesa y como les interesa. Y, finalmente, como dice Josep Antoni Duran i Lleida “No nos debe entrar el pánico porque desde el Estado invoquen la Constitución que ellos tantas veces se han pasado por el forro”.
En un momento dado, en un callejón sin salida aparente, hay que estar convencidos de que si que la hay. Aunque no sea evidente. Y llegado el caso tal vez haya que acometer un salto de fe. Un salto hacia el futuro en la confianza de que la propuesta que se va construyendo es la opción propia adecuada y que responde a las necesidades propias. Y para esto es muy necesario, conveniente y fundamental una sociedad civil movilizada y que sostenga la lucha en las calles y en las instituciones siempre en marcha. De ahí que sea tan importante elementos como la Asociación de Municipios por la Independencia, previamente muchas consultas en varios pueblos, y la ola actual de municipios del territorio libre catalán. Cuando la iniciativa parte de pueblo y progresivamente va ganando adhesiones es muy dificil pararla y es mucho más sencillo que concluya en buen puerto. En el caso catalán con más motivo en tanto en cuanto en algún momento habrá que consultar a la ciudadanía, llámense elecciones anticipadas o refrendo de una declaración de Estado Propio. Lo que busquen los catalanes por su futuro bien hecho estará y los demás no tenemos sino que apoyarles y ayudarles.
Un estado nuevo no necesita para serlo el reconocimiento internacional. El Azawad es un estado aunque nadie lo reconozca formalmente. Esta en el antiguo norte de Mali. Y se está buscando por parte de España, Francia, Italia y otros estados una operación particular, con la excusa del terrorismo de raíz islamista el buscar acabar con ellos. Algo así como lo que hizo España en el Rif con el intento de Abd el Krim y su uso con profusión de armas químicas y bacteriológicas. Armas de destrucción masiva que llaman. Hoy no es posible, eso si, lo que hicieron los romanos, guerras cántabras por modelo, de ir a un pueblo que no le era grato y tratar de suprimirlo hasta en sus cimientos y aventarlo completamente de la historia no quedando rastro. Y menos en la Europa occidental. Aún así es fundamental tener atención a la esfera internacional. Un estado propio son palabras mayores, y ha de tener un futuro grupo de amigos que lo ayuden en el esenario internacional. El derecho internacional también es necesario tenerlo en cuenta, en tanto que tiene su espacio, no sólo en el ordenamiento jurídico del estado español, sino como marco de referencia en la asunción de soberanía y del paso adelante que, en su caso, puedan dar el Parlament de Catalunya y la sociedad catalana.
Finalmente sólo basta añadir un par de precauciones. Como se dijo en el siglo XIX uno no puede ser Bismarck para España y Simón Bolivar (de ascendencia vasca) para Catalunya. No la misma persona. Ha de optar. Lo supremo en el arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin darle batalla. Sobre todo no hacerlo en el terreno en el que éste quiere batallar. Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.

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