lunes, 18 de junio de 2012

Sobre el Euro


Por lo que parece últimamente todo el mundo se ha convertido en experto en economía, una de las facetas, parece ser, de la teología. Porque aunque se habla de ciencia económica hay, sobre todo últimamente, muchos profetas, con túnica o sin ella, que pronostican… incluso el apocalípsis financiero. Claro. En época de crisis se compite por la mayor frase, el titular más llamativo. Para mantener la ya exigua cuota de venta de las ediciones en papel.
Nuestro reto, de los que podemos conocer un poco de donde viene esto, es doble. Primero desafiando a Leonardo Da Vinci cuando señalaba que aquél que sabe lo que quiere decir no encuentra razones para elevar su voz. Y segundo explicar, cada cual desde su punto de vista, en base a un realismo y pragmatismo hoy no muy común, cual es la razón de la existencia, al menos en parte, del actual escenario en que, realmente, el euro no está en crisis. Pero si estorba a los que les gusta jugar con las cosas económicas.
A finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se produjo, en general, una época de apego de las monedas del mundo, más o menos todas las existentes, primero al marco Libra – Oro y, después de la II Guerra Mundial, al Dolar – Oro. Durante el período de entreguerras, y debido a la falta de liquidez, y, sobre todo, de confianza, y bajo el liderazgo de Alemania, se estableció un sistema de intercambio o trueque, acentuada tras la conquista de nuevos países por parte del III Reich. La doctrina era la sectorialización, un poco en base a la libre interpretación que decía que Portugal se dedicaría más al paño e Inglaterra a la producción industrial por la denominada ventaja competitiva. Y desde Berlín creían que industria debía haber en Alemania, y el resto de Europa ser proveedores de materias primas o de productos sin procesar. Dicho sistema fue objetivo de guerra, como lo demuestra la propuesta de Henry Morgenthau, secretario del tesoro, de ruralizar Alemania, separándole Baviera y anexionándosela a Austria. En los acuerdos de Bretton Woods de 1944 se adoptó el marco Dolar – Oro.
El marco ideado, basado en la convertibilidad absoluta del dinero en oro, y en la no fluctuabilidad de las monedas entre si, se complementaba con restricciones a la circulación de capitales por el mundo. En esa reunión se fundó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El primero iba a ser un fondo de desarrollo y el segundo un banco de última instancia para los países del mundo. Curiosamente en los años siguientes se invirtió la función de cada cual. Europa, con el británico Keynes a la cabeza, salió derrotado en su propuesta económica, y es de esta derrota de la que sale el acuerdo de dar a Europa el director del FMI, en principio la institución menor, y a Estados Unidos el director del BM. Los siguientes 30 años, los llamados 30 gloriosos, fueron un momento de expansión económica. Pero hubo un problema, que acabó estallando. El Dolar. La máquina de fabricar billetes se basaba en la fortaleza de la ecuación Oro – Dolar, pero llegó el momento en el que no había oro suficiente en el mundo para tanto Dolar como había circulando por el orbe. Sobre todo como consecuencia de la Guerra de Vietnam. En 1969 Charles de Gaulle le dió la puntilla cuando pidió la repatriación de los capitales franceses … en oro. No en dolares. Y en 1970 Nixon rompió definitivamente el sistema. Aún hubo de esperar a la reunión de Jamaica de 1974 para la ruptura formal del sistema, creado 30 años antes. A partir de ese momento las monedas fluctuarían líbremente y sin control.
Casualidad, o no, hasta esos años era imposible la evasión de capitales de no ser de forma física. A un catedrático de universidad madrileño le pillaron con una maleta con dinero en Barajas. El proceso de desregulación de la circulación en el mercado de capitales ha hecho posible que no sea necesario el traslado de dinero físico. Y contribuye a cosas como las que pasaron después. Cuando Georges Soros jugó con la Libra inglesa primero, en 1992, y con la lira italiana, poco después. Con la primera el Reino Unido se vió obligado a salirse de la primera banda del Sistema Monetario Europeo. La segunda estaba destinada a abortar el Euro cuando aún estaba en la mesa de diseño. Los europeos tomaron conciencia nada más producirse el “acuerdo” de Jamaica que eso suponía un riesgo tremendo el tener un mundo completamente libre en sus fluctuaciones. Por eso para 1979 crearon el Sistema Monetario Europeo. Un marco en el que sería más difícil actuar contra cada moneda, y jugar con ellas. Desde entonces ya existía el ECU, una cesta de monedas con participación de las monedas de la “Europa libre” entonces existentes, en el marco de la Comunidad Europea. Y un poco como respuesta al marco de crisis mundial generado en el aumento de la noche a la mañana del precio del petróleo, de resultas, en parte, a la guerra de 1973 entre Israel y los países árabes de su entorno. Y que Israel estuvo a punto de perder. Para la llegada de Jacques Delors ya estaba perfilada la UEM, la Unión económica y monetaria. Sólo el derrumbe del imperio soviético retrasó la puesta en marcha de la fase práctica del proyecto de moneda común.
Una moneda común no es simplemente para poder comprar el pan o la cerveza en Estrasburgo y Wolfsburg sin cambiar de moneda, como si estuviéramos en Bilbao, implica una unidad, defensiva también, para proteger un espacio interior, y cara al exterior, en las relaciones económicas y financieras. Y protege, en teoría, de los especuladores. ¿Que falló entonces con la Libra y la Lira? El factor humano. Los dirigentes del Sistema Monetario Europeo no salieron al rescate ni de la Libra ni de la Lira, en este caso, tarde y mal. Aunque suficiente para mantener dentro a la Lira. La banda interior, la primera banda del SME era la prevista para el acceso a la moneda única. La segunda tuvo que, precisamente, ser fundada, para acoger al Reino Unido, tras el descalabro provocado por este ataque especulativo. Como dato: el entonces presidente del Banco Central Francés era Jean Claude Trichet. Y el presidente del Banco Central Italiano era Mario Draghi. Y el que más obstáculos puso, a través de la prensa, como no, fué el presidente del Bundesbank, el Banco Centrál Alemán. Entre unos y otros, y, sobre todo, en el juego interno, político, de Francia, Italia y Alemania, pusieron en riesgo el futuro monetario de Europa. Lo curioso es que Italia y Francia apostaron por el Euro, a semejanza de como apostaran por la Comunidad Europea de Defensa en 1952, para sujetar a Alemania. Una Alemania reunificada poco antes. La curiosidad es que el correr del tiempo ha convertido el Euro en un instrumento favorecedor del poder nuclear alemán. Y como todo poder, conlleva una tremenda responsabilidad.
El complejo marco dibujado quiere ser un esbozo de las realidades, no siempre sencilla ni dicotómicas, y que, dejando de lado que el Euro virtual entra en vigor en Madrid en 1999, y que el físico lo hace en 2002, es decir, más de una década sin monedas de esos estados miembros que accedieron a fundar el Euro, es una realidad que el Euro ha venido para quedarse, porque no hay otra alternativa viable. Y porque no les interesa a los que quieren jugar con las monedas. La prueba más evidente de que el Euro no está en crisis es que el tipo de cambio Euro Dolar podrá fluctuar, pero teniendo en cuenta todo lo ocurrido, en Grecia, Irlanda, Portugal, Italia, España y los que vengan (Hungría tiene una prima de riesgo de 700 puntos, igual que India, por cierto), implica la fortaleza de la moneda común, a la que hay que debilitar, por parte de los que les sobra, claro. De aquellos que ven esta moneda como alternativa viable mundial a un Dolar, o a un Yen (una de las causas citadas para la intervención en Panamá fue la fuerte presencia del Yen en américa central en aquellas fechas) o a un Yuan por estrenar. La OPEP se planteó seriamente cambiar la moneda de referencia del Dolar al Euro. La guerra de 2003 lo impidió.
Otros elementos a considerar son los países que usan el Euro sin acuerdo. Porque no se puede salir del Euro. Claro que se puede salir del Euro, pero con métodos extralegales creados Ad – hoc. Tal es así que, salvo el Out-put de Dinamarca, sobre el que se iba a hacer un referéndum la anterior legislatura, para ir hacia el Euro, y el Reino Unido, que con el tándem Blair-Brown coqueteó, todos los países, sobre todo desde 2003 hacia el presente, y los que accedan a futuro, tienen como una de sus obligaciones adquiridas, el sumarse al Euro. Existen las mismas posibilidades de que alguien salga del Euro a que se implante el Amero en América del Norte. Bosnia usó el marco alemán primero, y luego el Euro como moneda propia. Kosovo igual. Montenegro, si tiene moneda propia, no la usa, usa el Euro. Por cierto, Ecuador no tiene moneda propia. En el año 2000 se produjo la dolarización. Quizás por eso en el marco del ALBA – TCP están creando el SUCRE. O la moneda común de los países del Consejo de Cooperación del Golfo. Al final, este esfuerzo, no es algo exclusivo europeo. Aunque el modelo europeo es el que más lejos ha llegado, y el que más seriamente puede construir un marco alternativo de referencia a un mundo unipolar en el marco monetario. Pero tiene fallos, y de esos fallos, de esas debilidades, y del factor humano, es de donde se obtienen las posibilidades de ataque al proyecto. Porque, a día de hoy, no existen muchas competencias cedidas al marco europeo. La gran mayoría siguen siendo competencias compartidas entre los países miembros en el marco de los consejos sectoriales europeos. Y en el BCE también. Y eso debe cambiar. Por el bien de Europa. Por el bien del Euro. Por el bien de todos.
Para finalizar he dejado un poco más de historia. Hasta 1832 Navarra expidió su propia moneda. Y sólo desde 1869 se produce la unión monetaria en el estado español bajo la peseta. Y no es hasta 1876 cuando se produce la unidad económica y de mercado. Y en 1999 desaparece la peseta. No es mucho tiempo. Apenas 130 años. El Euro es la primera vez, al menos en mucho tiempo, que vascos de ambos lados de la muga, impuesta, como todo lo anteriormente citado, tenemos una moneda común. Y que implica muchas otras cosas. Añadiendo el coste del no-euro, tanto sectorial como global, y la posibilidad de uso aún sin el acuerdo ni el permiso del emisor, creo que desde Euzkadi podemos estar un poco más confiados sobre el futuro de la Euzkadi que queremos que sea, que podamos construir, que podamos hacer posible. Porque lo último que debemos hacer es dar crédito a agoreros con intereses, que hacen pronósticos porque quieren que se cumplan, porque ganarán si eso sucede. Algo a tener en cuenta, fijando los principios ideológicos y éticos propios, también en relación con el marco europeo e internacional. El partido continúa, veamos donde se dirige la bola.

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