viernes, 21 de octubre de 2011

El conflicto político en Euskadi

ETA es el resultado violento, la consecuencia de un conflicto político subyacente, de amplia raigambre, de origen, con nítidas realidades políticas y que implican a estructuras jurídico políticas. En su vertiente más clásica se puede señalar como puntos calientes de confrontación política con la realidad política de la época que agrupaban a los territorios vascos de entonces, el Reino de Pamplona o el de Navarra, frente a hechos como la conquista de 1200 y su posterior plasmación en “detalles” en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 o la propia conquista a sangre y fuego del reducido Reino de Navarra en 1512, con las consiguientes intentonas de recuperación del viejo reino en 1512, en 1516 y en 1521. Porque eran vascones los que derrotaron a Carlomagno en 778 en Orreaga / Roncesvalles, vascones del entorno norte de Navarra y de la adyacente Gipuzkoa. La historia, eso si, está, quede claro, para conocer de donde venimos y lo que somos, no para, en cualquier caso justificar el presente y el futuro de los pueblos en las decisiones que hayan de tomar.


En su vertiente más moderna, y la que nos lleva al caso, procede de la Revolución francesa, y de la imposición de los jacobinos, con su visión uniformadora y unitarista del estado. En aquel entonces, en 1789 en el territorio conocido como Francia, sólo 1 de cada 3 habitantes hablaba “francés” (en realidad el francés actual es el resultado de la “victoria” de la langue d'oil sobre la langue d'oc). Los demás hablaban euskera, catalán, bretón, gascón (notese la derivada de “vascón”) y otras, como el occitano, que se han ido perdiendo, esta última por la razón señalada anteriormente. La reacción de los revolucionarios fue doble. Primero enviar un maestro a cada rincón del estado. La segunda suprimir todos y cada uno de los fueros existentes. Aquí entra una curiosidad. Tras la imposibilidad de recuperar el territorio de la navarra peninsular, se mantuvo el Reino de Navarra al otro lado de los pirineos. De entonces datan las primeras impresiones de libros en euskera, bajo el invento de Güttenberg. Y, posteriormente, se produjo aquel Enrique III de navarra, que dijo aquello de por Paris bien vale una misa, convirtiéndose en Enrique IV de Francia. El tratado de Utrech, tan cacareado para el tema gibraltareño, establece dos cosas, una que no se podrán compatibilizar en la misma persona, ni como remota posibilidad (recuérdese el caso de Felipe V, familiar del rey sol francés) de las coronas de España y Francia. Y segunda, la completa ilegalidad de derechos de los reyes de España a la corona de Navarra. De ahi que en los escudos reales de Francia se encuentren las cadenas de Navarra. Estos hechos se exportarían a Europa, como lo demuestra el caso del estado español, tratando de construir una nación que unifique las tierras y las personas que integraban el estado de turno.

En el estado español, debido a los decretos de nueva planta de 1709, 1711, 1715 y 1716, abolitorios de los fueros de Mallorca, Valencia, Aragón y Catalunya, sólo quedaban los fueros vasco-navarros (porque, a diferencia de aquellos, los vascos se posicionaron en favor del pretendiente francés en la guerra de sucesión y creo que se puede entender, dicho lo anterior, porqué). Su intento de laminación definitivo empieza en el siglo XIX. Recuérdese que el sistema tributario propio, la exención del servicio militar y la completa administración de justicia (con las últimas instancias en la propia Navarra o en la “Sala de Vizcaya” en la Chancillería de Valladolid) era una de las muchas realidades derivadas de un fuero que era consustancial de siglos, y que estaba escrito desde 1453. Con moneda de acuñación propia y aduanas en el Ebro. Cosa que rompía con la voluntad de un sólo mercado, una sola nación, una sola economía, un solo pueblo. Es esa voluntad de laminación de todas las diferencias, de todas las particularidades, de todos aquellos sistemas, legítimos, y dotados por cada pueblo, lo que da origen al conflicto “vasco”, político, y que implica a muchas generaciones de vascos y navarros. Y que produjo, entre sus derivadas, un conflicto violento con expresión en el terrorismo. Pero que es, como se puede intuir, mucho más profundo, y que, más temprano o más tarde habrá que abordar. Con rigor, seriedad y más democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario