viernes, 8 de enero de 2010

Hacia el futuro

1. En la actual situación política del País Vasco, ¿cuáles son los requisitos para conformar un espacio social y político permanente en defensa de la soberanía del Pueblo Vasco y del reconocimiento de su derecho a la libre determinación y cuáles son las características políticas definitorias de dicho espacio?

La primera aportación al debate y primer punto a tratar debería ser la neutralización de las afecciones externas en las posibilidades de desenvolvimiento futuro de las potencialidades del pueblo vasco: “Estado español” y “banda armada ETA”. Ambos elementos se entrometen y mediatizan la capacidad de autoorganización del pueblo vasco y se retroalimentan para manchar e imposibilitar el avance en un camino común hacia los objetivos planteados por la pregunta.


La eliminación de toda posible herramienta destinada a la manipulación e instrumentación de la búsqueda de objetivos democráticos es fundamental, quitando excusas para abordar los “nudos gordianos” de la cuestión, resultando, en principio, análisis superficiales sin consecuencias de calado en el desarrollo de la actividad política.

Por otro lado se impone la doble capacidad de generar análisis compartidos y empatías entre organizaciones y personas del ámbito soberanista. Es primordial ser capaces de desarrollar una terminología compartida, dado que aunque usemos las mismas palabras no tienen porque tener el mismo contenido sinóptico. Por otro lado, para poder alcanzar el nivel de colaboración política se impone el conocimiento mutuo y el reconocimiento, trascendiendo de la dinámica electoral. Superar el elemento elecciones y la mentalidad “a corto plazo” es fundamental para desarrollar sinergias compartidas y poder avanzar en el eje nacional de aspiración a construir un estado propio.

El desarrollo de dinámicas soberanistas compartidas puede comenzar por cosas básicas como actividades sociales compartidas, espacios de presencia conjunta y común de los que estamos a favor de la autodeterminación. Acciones específicas en “lugares comunes” podría ser elemento favorable para la empatización y la relación, pudiendo ser “Aberri Eguna” en formato popular en cada localidad con ayuntamiento gobernado o con mayoría abertzale, días señalados del calendario de Euskal Herria o actividades que se planteen de manera conjunta entre dos o más entidades soberanistas.

Los requisitos serían la adopción de una visión clara de una nación compuesta por 3 territorios en Iparralde y 4 en Hegoalde, una patria común de vasc@s, con un absoluto respeto a todos y cada uno de los derechos humanos, sin excepciones, tanto individuales como colectivos, entre ellos el derecho a la vida y el de la autodeterminación para su aplicación en un “bai” soberanista.

Es nuestra obligación buscar espacios comunes, tanto físicos como ideológicos, en foros públicos y en la mente de l@s abertzales y tratar de ampliarlos, con generosidad por todas y cada una de las partes, siendo conscientes de los objetivos comunes y de que a la larga, el transcurso del tiempo favorece al adversario común y a la consolidación de sus proyectos nacionales como partidos unionistas -españoles y franceses -, en detrimento del proyecto nacional vasco.

2. ¿Qué fuerzas u organizaciones democráticas políticas, sociales, culturales o de similar índole pueden en la actualidad estructuralmente formar parte en órdenes o niveles diversos y marcar consecuentemente la dinámica del espacio indicado en la pregunta anterior?

L@s abertzales estamos estructurados en múltiples organizaciones políticas, sociales, sindicales y culturales, por lo que debemos partir de la concreción de los principios generales del movimiento abertzale y animar a todo aquel que se quiera sumar. Sería muy fácil ponerle siglas políticas y sindicales al movimiento soberanista actual, pero la cuestión de fondo no es esa.

El elemento que le va a dar fortaleza y solidez al movimiento autodeterminista en su búsqueda de la consecución de un estado, es la creación de núcleos y foros en todos y cada uno de los pueblos de Euskal Herria, en el que no estando controlado o dirigido por nadie, sean espacios para la comunicación, la cooperación, la generación de dinámicas propias y de ampliación del espacio soberanista en ese ámbito municipal, con la conformación de canales para la implementación de buenas prácticas que puedan ser compartidas por otras unidades municipales en otras partes del país, pero sobre todo para plasmar a la sociedad un referente al que sumarse, un referente unitario, reconocido, independiente, y comprometido, por el que avanzar todos juntos, con el paso previo, ya respondido, llevado a término (la empatía y la generosidad).

Por supuesto que estos foros deberían tener, posteriormente, o paralelamente, sus equivalentes a nivel de “bailaras” y a nivel nacional con un funcionamiento integrado, coordinado, cooperativo, con generosidad y compromiso por parte de los participantes, que, como se ha señalado, sean capaces de generar dinámicas que superen el elemento electoral y amplíen el campo de acción con la apertura de uno que le sea superior, el campo de acción abertzale. Un campo blindado a baches y elementos sorpresivos que la vida política cotidiana genere. Inicialmente espacios en los que sean seguros ante las inclemencias de la política electoral: eso serían los foros locales.

El elemento fundamental es que el pueblo se ilusione, pero no sólo eso, sino que se implique en un movimiento de ámbito nacional, sin ingerencias y patrimonialización del proceso, dando el protagonismo siempre a la sociedad civil. 

Es el pueblo en marcha el que puede alcanzar la meta en coordinación con las estructuras ya organizadas que pueden dar coherencia, consistencia y sustento a los foros, al proceso. Los ladrillos son importantes, en tanto en cuanto el cemento los une, pero sin ladrillos no hay casa, y al fin y al cabo, tras la asunción de la soberanía será el conjunto de la sociedad la que se beneficiará de sus efectos. Por ello debe ser la propia ciudadanía la que, desde un primer momento, sea el motor que se apropie del proceso.

3. ¿Bajo qué formas estructurales de acción política, en particular electoral e institucional, pueden articularse eficazmente las fuerzas u organizaciones a las que se hace general referencia en la pregunta precedente?

Para que el movimiento soberanista tenga éxito es imprescindible la generación de esos espacios libres de la competencia electoral, canales de comunicación entre partidos políticos que se encuentren sobre dichos procesos sobrevenidos. Las elecciones municipales se encuentran bajo el mandato del ministerio español del interior, de ahí que sean procesos, en parte, ajenos a la voluntad del pueblo vasco, en tanto que cronológicamente son establecidos con un cronograma exógeno, aunque la toma de decisiones sea en cada una de las localidades de Euskal Herria.


Las fuerzas políticas vascas deben percibir la realidad nacional del país y mirar que nuestros adversarios tienen canales permanentes de diálogo, comunicación y acuerdo en lo tocante a nuestro país. Las fuerzas soberanistas deberían ser capaces de generar las mismas dinámicas, en sentido opuesto, para defender el proceso que concluya en la asunción de la plena soberanía de nuestro país, en base al derecho de los pueblos a diseñar su propio futuro en paz y libertad.

Una vez superada la primera fase (pregunta 1) y estructurada la segunda (pregunta 2), se puede retomar la sustentación de estructuras de ámbito nacional como Udalbiltza, así como, evidentemente, la red basada en los foros soberanistas. Esto último sería la base fundamental en la que basarse la labor abertzale, y su expresión institucional sería Udalbiltza, renovada y unitaria, con vocación de dar cauce a las proyecciones de los foros, en una sincera comprensión de la proclamación inequívoca de las necesidades del pueblo en los ámbitos político, social y cultural, dejando de lado la gestión política y la cotidianeidad del proceso autodeterminista, pues la clarificación de objetivos y la comunidad de intereses es fundamental al objeto de alcanzar la estatalidad. Una vez alcanzada ésta, será labor de los partidos políticos resultantes el diseño del contenido político y de gestión cotidiana de la República Vasca.

En el caso de que las fuerzas abertzales enmarcadas en el proceso sean capaces de diseñar estrategias conjuntas que se plasmen en un bloque soberanista, a semejanza de Quebec, cara a las elecciones al Congreso de España, o bien al Parlamento Vasco o Navarro para dar cauce a una interlocución nacional común, bienvenida sea, pero lo fundamental no es esto, sino la creación de espacios sociales, los foros pueblo a pueblo, la empatía y generosidad de las asociaciones autodeterministas, siglas incluidas, e ir ensanchando los espacios comunes del soberanismo, ir dando cauce a las “zonas liberadas” de ensayo de la futura república (no descartar pequeños actos de desobediencia civil, de corte ghandiano o de Arenys de Munt).

Una vez generadas dichas dinámicas, y con la seguridad de que de la base de los foros se va a ir generando una dinámica de mayoría social emergente a favor de la soberanía, eliminada la ingerencia de agentes externos -si bien no podemos determinar su devenir-, el cauce central se tiene que ver desacoplado y desinfectado de sus influencias; así será imparable, como en otros casos de la propia Europa, el avance hacia la consecución, dado que no se puede parar una ola que avanza como un tsunami, de un estado propio en la Unión Europea.

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