domingo, 26 de agosto de 2012

Trebiño y Trucíos


Es evidente que el pecado original es común a ambos enclaves. Y se llama Javier de Burgos y su división territorial en provincias de 1833. La así llamada “Guerra de la Independencia” que afirmaba ideas como que era preferible el más árido paraje mesetario que cualquier idea presuntamente moderna traída del extranjero (concretamente de la vecina Francia) acabó pariendo la más afrancesada de las posibles constituciones, la de 1812 de Cádiz. De entre los preceptos que perduraron está el de la re-estructuración del entonces imperio, el artículo 10, que hace enumeración de dichos territorios. La anterior no servía, para los propósitos de la nueva administración del nuevo estado, es decir, España. A imitación de lo que había ocurrido en la Francia post revolucionaria. Y los territorios con especificidades diferentes a su entorno fueron entregados “voluntariamente” a la nueva provincia de régimen común más próxima. Como eran Oñati, Trebiño y Villaverde de Trucíos.
Oñati era un enclave con una fiscalidad diferente a la del territorio gipuzkoano. Lo mismo que Trebiño con respecto a araba o Villaverde de Trucíos con respecto a Bizkaia (la bizkaia propia más específicamente). Lo único que, dado la geografía, en el caso de Oñati se entregó el enclave a Gipuzkoa. Dada la distancia tan grande con respecto a la provincia de régimen común más próxima. En el caso de Trebiño la provincia de régimen común más próxima era Logroño, y aún así se decidió entregar a Burgos. Y el caso de Villaverde de Trucíos es un caso aparte, por la controversia que protagonizó Santander con la provincia de Cantabria primero que luego lo fué de Santander.
Trebiño fué creado por un rey navarro, un Sancho, a finales del siglo XII. Ese es el origen. Posteriormente, en una de las campañas que se produjeron a un noble le ofrecieron un territorio para el, con un título nobiliario asociado y sirvientes. Como el territorio era en zona “vascongada” que decían, y teniendo muy en cuenta el “Fuero de Bizkaia” (y el de sus hermanas de Araba y Gipuzkoa) se negó. Pero uno si aceptó y así surge el Condado de Trebiño. Así de sencillo. Lo cual no dota de ninguna especificidad a Burgos ni a Castilla. Algo que a lo largo del siglo XX se ha puesto de manifiesto, en tanto que cuando se ha intentado hacer un estudio histórico se han puesto en valor las “fuentes” burgalesas, ignorando por completo las instituciones y archivos radicados en Trebiño o en Vitoria – Gasteiz. Se ignoró el referéndum (sirva la excepción del nombre) de 1940 en el que la casi totalidad de los votantes mostraron su adhesión a Araba, ni durante la transición de los finales 70, ni cuando una consulta sobre la necesidad de referéndum sobre la reintegración en Araba resolvió directamente que una mayoría así lo solicitaba.
La Hermandad de Araba se fundó el 4 de octubre de 1463 en la actual Rivera Baja. En ella quedaron integradas las villas de Vitoria – Gasteiz, Miranda de Ebro, Salvatierra – Agurain, Pancorbo y Sajazarra; 26 hermandades locales y 2 juntas, la de San Millán y Arana. E incluía a Trebiño. Ahora, lógicamente, hay que mirar a futuro. Y en el actual ordenamiento jurídico – político hay un opt-out en el estatuto de Castilla y León y un opt-in en el de la actual autonomía vasca. Hay un camino de salida y uno de entrada. Sólo que con trampa. Hace obligatoria la luz verde de la provincia de Burgos y de la comunidad de Castilla y León. Y así va a ser complicado y sujeto al rescate que dichas instituciones puedan pedir por el territorio que custodian.
En el caso cántabro hay una doble paradoja. La primera es que hay un opt-in, un camino de entrada en Castilla y León para aquellas provincias que se quieran (sic) unir. Todos sabemos que se refieren a “Logroño” y “Santander”, aunque se reclamaran región, sin Castilla ni León, de manera reiterada. En el caso Cántabro, paradógicamente, había, hasta la reforma de 1998, un opt-out para la propia comunidad, que afortunadamente se eliminó. Pero no hay ni un opt-out para aquellos municipios que se quieran segregar, ni opt-in para aquellos municipios que se quieran integrar. Y es que casos hay. De integración, como Peñamellera y Rivadedeva en la parte asturiana. En la falda sur, lindante con Castilla, hay pueblos que pertenecieron a la Castilla histórica. En el entonces limes, sobre lo que hoy es Olmillos de Sasamón, se concentraron las legiones romanas que fueron a la conquista de Cantabria. Yudego estaba del otro lado de la frontera, pero, justo al otro lado. Aunque ahora que lo pienso recuerdo que en el siglo XI se produjo la batalla de Atapuerca, tras la que surgió el Condado de Castilla, como fractura del Reino de Navarra. La historia da muchas vueltas. Tampoco hay Opt-out para casos como Villaverde de Trucíos.
En Cantabria, seguramente, tienen miedo a, si establecen esa cláusula de Opt-out para municipios pueda ser ejemplo para municipios que en su día pertenecieron al Reino de Navarra primero y al Señorío de Bizkaia después (en un mapa de medidados del siglo XVIII se puede apreciar que la actual ciudad de Santander era la frontera occidental, y en el actual barrio de Cueto hubo un castillo navarro en el siglo XI). No parecen haberse percatado en el pequeño matiz de que en el actual estatuto vasco existe opt-in sólo para los municipios rodeados de territorio de otra comunidad. Y con esa definición sólo existen dos casos: Trebiño y Villaverde de Trucíos. Aunque este no era el principio de los proyectos de estatuto de los años 30, en el que se establecía que fuera colindante, en su totalidad o en parte. Y conviene recordar que cuando se establece la provincia, en la que Santander impone varias condiciones para aceptar, a finales del siglo XVIII, una es que se llame como ella, pero otra la obligatoria pertenencia del bastón de Laredo. ¿Porqué ésta cláusula? La lógica indica señalar que porque en ése momento pertenecía a Bizkaia, a su Señorío, y para, se esa manera, compensar a la provincia de las nueve villas, la antigua Asturia de Santillana, con base en la casa de juntas de puente san miguel. Una diferencia que, a pesar de lo limitado del sufragio censitario, se vislumbró entre las zonas orientales y occidentales en las elecciones a caballo del final del siglo XIX y principios del XX.
Villaverde de Trucíos, históricamente, al menos en los últimos años, ha votado al PRC en las elecciones municipales y autonómicas. Y en las europeas al PNV. En las últimas elecciones generales del 20 de noviembre de 2011 fué el único municipio de Cantabria en el que ganó el PRC. Y podría decirse que es el único municipio que no es Cantabria. Porque el caso es el mismo que Oñati y Trebiño. Restos del antiguo régimen. Del feudalismo. Y que, en este caso, envenena las relaciones entre Cantabria y Euzkadi. Algo, evidentemente, a superar, y a racionalizar. Y, como en el caso de Trebiño, por hacer más sencillas, funcionales y efectivas las administraciones públicas. Además de por cercanía. Más sencillo lo tienen desde Trebiño para con Vitoria Gasteiz, y desde Villaverde de Trucíos para con Bilbao, dado el histórico olvido de Cantabria con Castro Urdiales, que fué un detonante para que entre 1918 y 1924 se produjera el fermento que culminó en una votación por 14 concejales sobre 15 para su integración en Bizkaia.
En Villaverde de Trucíos, durante la década de los ochenta y principios de la de los noventa, se realizaron varios intentos para integrar el municipio en Bizkaia. El 26 de septiembre de 1986 seis de los siete concejales del ayuntamiento (tres socialistas, uno del Partido Demócrata Popular, uno de Coalición Popular y uno del Partido Regionalista de Cantabria), presidido por Piedad González (PSC-PSOE), acordaron solicitar la incorporación de Villaverde a la comunidad vasca y el abandono de la de Cantabria. La Diputación Foral de Bizkaia apoyó la resolución municipal, pero la Asamblea de Cantabria, en sesión plenaria celebrada el 20 de octubre de dicho año, rechazó totalmente la petición.
La oposición de los partidos políticos cántabros hizo que sus representantes en el municipio (como la alcaldesa, Piedad González) abandonasen dichas formaciones. En las elecciones municipales de 1987, agrupaciones de electores que apoyaban la incorporación a Bizkaia obtuvieron la mayoría de los sufragios, repitiendo González como alcaldesa, en esta ocasión al frente de la Agrupación Unitaria Independiente. Con González al frente, el pleno del ayuntamiento del 30 de octubre de 1987 acordó solicitar la convocatoria de un referéndum para acordar la integración en Bizkaia. Únicamente la Unión para el Progreso de Cantabria de Juan Hormaechea había mostrado su no oposición a dicha integración. En 1988, el Consejo de Ministros rechazó tomar en consideración la solicitud para celebrar un referéndum para incorporarse a Bizkaia. Este acuerdo del Consejo de Ministros fue recurrido por la Diputación Foral de Bizkaia y por el Ayuntamiento de Villaverde de Trucíos ante el Tribunal Supremo. Las pretensiones de los demandantes fueron desestimadas en sendas sentencias de 22 de enero de 1993,12 y de 24 de febrero de 1997.
Por su parte, el Gobierno de Cantabria interpuso un recurso contra los acuerdos del Ayuntamiento, que fue desestimado en febrero de 1991 por el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria. En marzo, la alcaldesa de Villaverde solicitó de nuevo la convocatoria de dicho referéndum al Consejo de Ministros y la puesta en marcha de un mecanismo de adhesión a la comunidad vasca, lo cual fue desestimado de nuevo por el Gobierno de España.
A futuro, teniendo en cuenta todo ello, las decisiones deben pasar por la voluntad ciudadana. La historia está bien para conocer de donde viene uno, cual ha sido el camino recorrido. Pero sin más pretensiones. Sir Arthur Conan Doyle afirmó que es un error capital teorizar antes de tener datos. Asimismo dijo que una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad. Y de ahí al reconocimiento del derecho democrático va un paso. Tanto las y los ciudadanos de trebiño y Villaverde de Trucíos deberán ser las y los que decidan, si se quedan donde están, o si se reintegran en la comunidad vasca. Impedir lo que ha de ser no puede ser.

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