Cantabria es una
comunidad política próxima en territorialidad a la hoy Comunidad
Autónoma del País Vasco o Euskal Herria, y, en definitiva, a la
Euzkadi de 7 territorios que solemos dibujar en los mapas. Aunque
sólo fuera por proximidad merecería la pena conocer su realidad
histórica, política, institucional y cultural, por el mero hecho de
la vecindad. Pero es que, además, hay hechos que merecen ser
conocidos, y que acercan las realidades cántabras y vasca. Al menos
este es un relato, que puede ser ampliado, o no, pero es un punto de
partida, pues no hay conocimiento inúltil, y conocerse a los demás,
en parte, ayuda a conocerse mejor uno mismo.
Empecemos del hoy hacia
atrás. Y es que hoy en día es una comunidad, de esas 17 que
existen, más Ceuta y Melilla, pero si en 9 meses, el actual
presidente de la comunidad llega a decir que “está al borde del
colapso”, quiere decir que puede estar en riesgo, dado que no fue
precisamente sencillo el parto de Cantabria como comunidad. Ah, por
cierto, hasta la estabilidad de gobierno del PRC, entre 1995 y 2003
con el PP, y entre 2003 y 2011 con el PSOE, en Cantabria no se hacían
presupuestos. Hormaechea hacía un sumario de ingresos y gastos en la
anualidad vencida. Y listo. Por no hablar de la corrupción, el
tráfico de influencias, la compra personalizada de políticos antes
rivales, luego cómplices … en un tiempo en que en 1990 se hizo una
moción de censura contra su gobierno, pero 9 meses después, tras
las elecciones, uno de sus promotores, el PP, apoyó su investidura,
la de Hormaechea, cuando este se presentó a las elecciones con su
partido, la UPCA, quien, en los años sucesivos, se fue retornando,
al menos en la masa votante, hacia el PP. Y es que en 1995, en la
jornada de reflexión se supo que Hormaechea, cabeza de la UPCA, era
in-elegible puesto que al no firmar el recibí de la sentencia por un
caso de agresión a un alcalde pedáneo en el parque de la naturaleza
de Cabárceno … por cierto, que es exactamente el mismo
procedimiento que con Muguruza y Kyk para las municipales de mayo de
2011. La historia cántabra en autonomía esta trufada de estas
cosas, y, de una manera u otra, siempre en los aledaños del Partido
Popular.
Cantabria, como la famosa
frase, ni estaba ni se la esperaba. Desde el decreto de Javier de
Burgos de 1833 había formado parte de Burgos, o de “Castilla la
vieja”. Y así se la conocía, como provincia de Santander. Y lo
fué hasta 1982. ¿Pero este era el recorrido necesario y obligado?
Pues no, la verdad. Porque sino no se entiende que en 1891 Silvela
propusiera una reforma de la estructura del estado y denominara como
región a Asturias, incluyendo a las actuales Asturias y Cantabria.
En la misma, por cierto, incluía unas Vascongadas, con las 4
hermanas de hegoalde unidas. En 1884, por otro lado, Segismundo Moret
había propuesto, como Silvela más tarde, unas Vascongadas a 4, y
para “Santander”, junto con Palencia, Burgos y Soria, formar una
región llamada Castilla la vieja. Como curiosidad, en ese proyecto,
Aragón incluía la provincia de Logroño, pero no la de Teruel, que
componía junto a Castellón, Cuenca y Valencia la región de
Valencia, Murcia incluía a Albacete y Alicante, existía una región
llamada Sevilla y otra Granada, con 4 provincias cada una, Asturias
incluía a León... En el proyecto de Constitución Federal de 1873
Cantabria integraba una unión junto a la actual Castilla y León, lo
mismo que Logroño. Pero es que en el proyecto de 1847 las cuatro
provincias vascas se llamarían Cantabria, y Santander iría junto a
Logroño, Burgos y Soria la región de Burgos. Y la región
denominada Castilla la vieja incluía a Asturias, León, Zamora,
Salamanca, Palencia, Valladolid y Ávila. Segovia, junto a Madrid,
integraban Castilla la Nueva. Y en ambos, tanto en el proyecto de
1873 como el de 1847 había dos regiones andaluzas, de idéntica
composición a 4 provincias. Y esto sin salir del propio siglo XIX y
una vez pasada la “inmutable” norma de Javier de Burgos, quien,
por cierto, fue premiado con un ministerio por su “ocurrencia”,
dado que cuando la parió “sólo” era un secretario de estado.
Una vez explorado,
someramente, que las realidades no tienen porque ser unívocas, cabe
agregar el hecho sustancial que cuando el estado se avoca a una
descentralización en los años 1976-1979, se daba por hecho que la
realidad del papel de Javier de Burgos iba a ir a misa, a pesar de
haber sido modificado en sus lindes y en sus nombres varias veces. Y
a pesar de que todas las reformas propuestas, algunas ya citadas, no
fructificaran. Y es que Cantabria, es decir, entonces la provincia de
Santander había cumplido su cometido, y era servir de barrera y
cortafuegos entre dos comunidades rebeldes, como eran Euskadi y
Asturias. Y es que el franquismo tenía una especial inquina contra
la comunidad cántabra. Habían tenido la desfachatez de haber votado
a las derechas en el periodo republicano, pero cuando llega el
momento del “alzamiento” se mantuvieron del lado del órden
democrático, tal como hizo Euzkadi. Y también cometió la
desfachatez de crear un sindicato obrero propio, que, por supuesto,
fue laminado, para que no volviera a crecer nunca jamás. Hablo de la
Federación Obrera Montañesa. Y
esta inquina se notó en la represión franquista, que superó en
número la represión republicana que pudo existir. En
Cantabria el total de víctimas de la represión franquista oscila en
torno a las 2.006 personas, de las que 1.267 fueron ejecutadas por
consejos de guerra y 739 por métodos irregulares ("paseos").
No obstante habría que sumar igualmente los 65 cántabros caídos en
el campo
de concentración de Mauthausen-Gusen,
los 389 muertos en cárceles franquistas, los 75 guerrilleros
asesinados en las montañas o bajo el piquete de ejecución. El
resultado total gira en torno a 2.535 cántabros. No se incluyen en
esa cifra los casi 800 presos forasteros muertos en cárceles
cántabras, sobre todo, en el Penal de El Dueso.
El
total de víctimas de la represión republicana en Cantabria es de
800 muertos y 343 desaparecidos.
Cantabria
apostó por un estatuto propio en 1937, pero llegó tarde, muy tarde,
a la maduración autonómica, puesto que a mediados de septiembre de
ese mismo año toda la comunidad había caído bajo la bota
franquista. Aún en el periodo caciquil, había habido diferencias de
voto, entre el oriente más liberal y el occidente más caciquil.
Cosas de la historia. Como que en un momento dado, poco antes del
necesario pacto de santoña, en la ciudad de Santander se juntaron
200.000 vascos en busca de una salida. Durante un momento de la
história Santander volvió a ser vasca. Y, ante todo, en septiembre
de ese año de 1937, en las playas de Santoña, los franquistas
juntaron a vascos y cántabros para fusilarlos juntos. Para ellos
eran lo mismo, la misma mierda, como dijo Felipe de Anguita y Aznar.
Como
anéctota, cuando Cantabria aspira a ser comunidad propia y
diferenciada, en 1976 solicita un concierto provincial. Económico,
claro. Por cierto, en 1977, del
29% de favorables al autogobierno; el 25%,7'2% de
cántabros,declaraban estar a favor del separatismo,solo superados
por Euzkadi. Datos que la historia ha dejado de lado, oportunamente.
Al igual que en 1978 el PNV estuvo presente en el congreso
fundacional del PRC, como que en 1981 se celebró un acto conjunto de
defensa de la autonomía cántabra en Vitoria Gasteiz, como que en
ese congreso fundacional de 1978 del PRC el PNV se comprometió mucho
antes incluso que PP o PSOE con la autonomía cántabra, o que el
portavoz del PNV en el congreso fue quien tramitó y defendió las
enmiendas del PRC en la ponencia del estatuto cántabro, de la que
Marcos Vizcaya fue miembro titular. El pasado está ahí, para ser
investigado, para ser re-descubierto.
En
1778 se producirá el intento de creación de la provincia de
Cantabria, sobre la base de la provincia de los nueve valles.
Fracasará, puesto que Santander querrá patrimonializar dicho
proceso, e imponerle su nombre al invento. Con José Bonaparte se
llamará “Prefectura de Santander”, y con las cortes de Cádiz
“Junta General de las montañas de Santander”. Y antes y después
del mismo, “Provincia marítima de Santander”. Hasta que llegó
Javier de Burgos en 1833 con su invento, el actualmente vigente
sistema provincial. Por cierto, una de las condiciones, aceptadas,
para la creación de la entidad provincial única para la comunidad
cántabra fué la obligatoria integración del denominado Bastón de
Laredo. La proponente de dicha provincia de Cantabria era la
provincia de nueve valles de las Asturias de Santillana, o
símplemente provincia de los nueve valles. Funciona desde 1581 y
durante aproximadamente 2 siglos. Su sede era la Casa de Juntas de
Puente San Miguel. Y, como se ve en su largo título, algo tenía que
ver con la Asturias de Oviedo, su vecina occidental. Por ello cabe
imaginar que la construcción de la actual Cantabria se ha producido
recogiendo la tradición institucional y jurídica provenciente de la
mitad oriental, incluyendo, en parte, la cultura y la lengua, el
cántabru, hoy prácticamente desaparecido.
La
hermandad de las cuatro villas es otro exponente, basado en Castro
Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera, y que
funciona en los siglos XV y XVI, pero habría que señalar, que es el
resultado de la disgregación de algo anterior y mayor, que supuso la
Hermandad de las Marismas, compuesta por Santander, Laredo, Castro
Urdiales, Bermeo, Getaria, Donostia, Hondarribi, Vitoria-Gasteiz y
San Vicente de la Barquera. Entre 1296 y 1490. Y es que uno se puede
preguntar, si no conoce la historia, porqué razón milicianos de
hondarribi defienden la villa de Santander del condestable Pedro de
Velasco, que pretende cobrar los diezmos reales en los puertos de la
costa cantábrica. Y es que los ataques a la realidad vasca son
profundos, y tienen derivadas previas, muy anteriores, y de gran
complejidad. Cuando se dieron cuenta, los comuneros, aparte de ser ya
tarde para ellos, perdieron. El caso es que con el advenimiento de
los Reyes Católicos, se crea el Consulado de Burgos, decidiendo en
1494 disolver la hermandad de las marismas. Y quedó, de manera
residual, la de las cuatro villas.
Cueto
o Cudeyo dirán poco al profano, pero ahí se situaron, en la Edad
Media, en torno al año 1000, castillos que defendieron el Reino de
Navarra. Posteriormente están ahí las crónicas que hablan de como
se perdió la comarca de Trasmiera y demás, ya entredo el siglo
XIII. Y es que Cueto es hoy un barrio de la actual ciudad de
Santander, y el Cudeyo de que tratamos se encontraría en el
Astillero (nombre acortado de Real Astillero de Guarnizo). Y es que
la mitad oriental de la actual Cantabria estuvo, primero, bajo la
influencia del Reino de Navarra. Posteriormente, tras la culminación
de su conquista, fué el Señorío de Bizkaia quien mantuvo dicha
influencia, como lo demuestra la conocida pertenencia de Castro
Urdiales, controvertida puesto que cuando quiso tener su propio
puerto, chocó abiertamente con los intereses de Bilbao, quien ya
había, para entonces, liquidado la competencia de Bermeo, y al no
querer repetir experiencia. Y es que la actual Bizkaia era la Bizkaia
propia, una parte de 4, que incluía parte de Gipuzkoa (como hoy se
puede ver en la presencia del euskalki bizkaino en el entorno de
Arrasate-Eibar), parte de Araba, parte de La Rioja, y, como se dice,
parte de Cantabria, prácticamente su mitad oriental. Y esto tiene su
reflejo en que a comienzos del siglo XIX el valle de Mena solicita su
incorporación en Bizkaia. En 1924, tras un proceso de segregación
de la provincia de Santander, la corporación municipal de Castro
Urdiales decidió por 14 votos contra 1 la anexión a Bizkaia.
Debido a que el diputado por Castro en la Diputación provincial y el
resto no llegaron a ningún acuerdo, ésta dimitió en pleno. Esta
petición de anexión fue derivada de la nula distribución de
medicamentos contra la terrible gripe
española en
1918
por
parte de la diputación provincial de Santander, que dejó en el
olvido la región castreña. El municipio recibió ayuda por parte de
las autoridades vizcaínas y fue esta situación la que llevó a la
población local a pedir su anexión a la provincia vasca. La
posterior corporación municipal, designada por la dictadura
primoriverista, y la nueva diputación de la provincia desestimaron
la solicitud de la corporación castreña saliente.
Como
podemos intuir, la actual Cantabria basa su realidad, en la parte
medieval, en una influencia en su mitad oriental de Navarra primero,
de Bizkaia después, y en la occidental de parte de Asturias.
Probablemente lo más conocido sean las guerras cántabras, en tiempo
de los romanos, cuando los cántabros de entonces murieron hasta casi
caer exterminados, mientras las tribus vascas de entonces, divididos
entre autrigones, caristios, vascones, vardulos y demás tribus,
pactaron con Roma, y “aprovecharon” para forjar una cierta
unificación como pueblos con características próximas. Jon Nikolas
habla del espació o nicho ecológico astur-pirenaico-perigordiano,
surgido tras la última glaciación, Würm IV. No iré tan lejos,
para afirmar que la capital histórica de los cántabros de entonces
era Amaya, que se encontraba cerca de la actual Peña Amaya,
actualmente parte de la provincia de Burgos. De ahí que el proyecto
de 1937 incluyera a Burgos y Palencia, pues la Cantabria histórica
trascendía por el sur las limitaciones impuestas en 1833 y que se
reflejan, aún a día de hoy, en una gran variedad de enclaves
palentinos en suelo cántabro. O en las realidades de Peñamellera y
Rivadedeva, que desde mediados del siglo XIII hasta 1833 formaron
parte de esa realidad nucleada en Santillana de la provincia de los
nueve valles, y a pesar de que reiteradamente solicitaron su ingreso
en la provincia de Santander, no se les hizo caso por parte de las
autoridades en Madrid.
Como
apunte final a esta aproximación a la construcción de la Cantabria
política de hoy, sirva señalar que la historia está ahí no para
condicionarnos el presente o el futuro, y que lo que fue en el pasado
no necesariamente ha de ser la senda en el futuro, sólo sirve para
saber como hemos llegado al presente, cual ha sido el camino
transitado. Como, por otro lado, hace Eduardo Aznar con su libro “El
Euskera en la Rioja, primeros testimonios”, y que deberá tener en
el futuro, un pariente en tierras cántabras. Pues si en una
investigación se parte del hecho que no se va a encontrar ninguna
lengua preindoeuropea, pase lo que pase, no se va a encontrar, y se
sospecha que, dada la evolución posterior de los acontecimientos, el
euskera tuvo que tener presencia, al menos, en la mitad oriental de
la actual Cantabria. Al menos es un reto que veo necesario, de la
misma manera que lo es la labor de recuperar el cántabru. Como
ejemplo de la potencial complementariedad sirva el del Olentzero y el
Esteru. El Esteru corta troncos en el monte. Y el Olentzero lo
convierte en carbón. Lógicamente, y como todos los pueblos, lo que
haya de ser cada cual en el futuro, lo decidirán los que hoy viven,
afrontando los retos del futuro. Pero para hacerlo con sinceridad y
honestidad el pasado ha de estar meridianamente claro. Pues muchas
veces hay futuro en el pasado, más del que muchos quisieran admitir.
Porque algunos quisieran ver pasado en el futuro, el de su
conveniencia, cogiendo unas pocas realidades. Y porque el futuro ya
es presente. El relativismo temporal, que cosas. Y es que la memoria
o es completa o no es memoria, y para ello el relato ha de ser
íntegro. Arronti Cantabria! Gora Euzkadi Askatuta!
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