Primero
de todo, y por empezar con algo, el Concierto Económico actual es
una derivada histórica de los fueros vascos, y es que estos, se
eliminan, bueno, se ratifican sin perjuicio de la unidad
constitucional de la monarquía, y en un tiempo en el que se quería
construir la unidad de pesos, medidas y mercado en el estado español,
los fueros eran un estorbo. El problema es que la oligarquía vasca
no pudo o no quiso su actualización, y los carlistas “engañaron”
al pueblo, siendo estos la garantía de su defensa, de manera
interesada, eso si. Eso fue la derrota del 1839. Y en 1876 se pone
punto y final a los fueros. Pero como no había un censo, y el País
Vasco ya estaba ocupado militarmente, pero tampoco había “mili”
obligatoria, se acordó que lo mejor era que los propios vascos
recaudaran sus impuestos, como, por otro lado, ya habían hecho desde
hacía siglos, y pagaran el cupo. Cosa que no es novedad, pues el
Convenio es similar, siendo de 1841. Por tanto no es una cuestión
franquista, toda vez que en 1937 se suprimen los conciertos
económicos para Bizkaia y Gipuzkoa, como provincias traidoras que
fueron declaradas.
Sobre
carreteras esto fue más que evidente, puesto que la competencia de
ejecutar las carreteras es y ha sido de las diputaciones. Y durante
el franquismo era evidente que las carreteras alavesas, debido al
concierto, estaban bien cuidadas, y el resto, no. Y es que el
Concierto Económico es un sistema fiscal, impositivo y financiero
propio, actualmente, y como tal ha de entenderse. Por cierto, el TAV
o Y Vasca es un proyecto que nace en los años 80 del siglo XX,
cristalizando en 1988, cuando se aprueba por el consejo de ministros.
Entre 1988 y 2005 fue un proyecto... que no se llegaba a concretar.
Sólo en 2005, por necesidades del gobierno socialista, se pudo
concretar y llegar a un punto en el que se pudo echar a andar el
proyecto, con zanjas y taludes y maquinas en la obra. Y por supuesto
debido a que de las tres ramas del tren de alta velocidad, en
concreto la gipuzkoana, la pagamos los vascos. Al igual que las
autopistas, como ejemplos han sido la Eibar – Vitoria, o la
Supersur de Bilbao.
El
estado nunca ha estado de parte de Euskadi... nunca por voluntad
propia. Y ejemplos los hay. Un estatuto de autonomía (cualquiera) es
una ley orgánica de obligado cumplimiento. Pero en un estado en el
que el Tribunal Constitucional se elige entre PP y PSOE a través del
Congreso, el Senado y el Gobierno, el Consejo General de Poder
Judicial igual, que éste es el que designa la cúpula del Tribunal
Supremo, o que la Audiencia Nacional es la sucesora orgánica del
Tribunal de Orden Público franquista (si, en el BOE de su
disolución, sin solución de continuidad, nace la AN), pues se puede
entender la laxitud en su aplicación. Aún así hay que reivindicar
que si el Estatuto Vasco no se ha completado todavía ha sido por
razones políticas. Ya se lo dijo Mariano Rajoy al PNV, que tenía
perfecta razón en su reclamo de las Políticas Pasivas de Empleo (el
régimen económico de la seguridad social), en base al artículo
18.2 y 18.4, además del 41
del estatuto, añadido al 141.1.17 de la constitucion española, ya
recogido por el acuerdo parlamentario de 1992, y el informe de
prioridades
de negociación de transferencias pendientes de 1995, acordado por
unanimidad. Pero que como UGT, CCOO y la CEOE no lo iban a aceptar,
pues que el quería tener la fiesta en paz. Ese fue Mariano Rajoy, el
entonces ministro de administraciones públicas. Y para 2008 había
35 competencias pendientes, de las que en estos 3 años se han
recuperado 18. De ahí salen los 1265 millones famosos del PNV. No es
dinero detraído a los españoles, sino detraído del cupo anual que
se paga al estado, y que supone el 6'24% de las competencias no
transferencias, y que se supone el estado ha de invertir en Euskadi …
aunque las más de las veces no esté por la labor.
Sobre
el tema de Estrasburgo es curioso, porque ni La Rioja ni Cantabria
iban per se, sino que el estado asumía la ofensiva, esto es, el
reclamo jurídico. Y Euskadi no era la que iba a defenderse, era el
mismo estado el que acudía a defender el concierto. Por tanto se
daba la paradoja de que era el mismo el que se encargaba de la
acusación y de la defensa, muy al estilo de Alicia en el país de
las maravillas. Luego se querrá, y se hizo, vestirle de otra manera,
sobre todo por intereses electorales del PP y del PSOE. Quede clara
la cosa.
Sobre
la representación electoral habría unas cuantas cosas que se
podrían decir, y es que el sistema actual está basado en el café
para todos de 1833. En 1822 hubo otro modelo alternativo, interesante
de ver. Y a lo largo del siglo XIX, hasta pasada la I República hubo
otras intentonas de reordenar el estado español, desde el punto de
vista administrativo. Pero el que salió, y se pontificó, y se
agradeció con un ministerio a su autor, fue el de Javier de Burgos
de 1833, que, entre otras cosas, impuso a los municipios de
Rivadedeva y Peñamellera a ser parte de Asturias, cuando fueron
siempre Cantabria. Y así muchos ejemplos, algunos de los cuales se
han solucionado desde entonces. En la Iglesia católica los enclaves
territoriales ya no existen. Conste que en 1924 14 de los 15
concejales de Castro solicitaron la anexión a Bizkaia. Y en 1833,
además de la homologación de provincias, se impuso el modelo de
diputaciones, que era privativo de los cuatro territorios históricos
forales. Provincias hermanas, como se vio en la Gamazada.
El
sistema electoral español se basa en eso. En la provincia como
circunscripción electoral. Y ese es el problema, uno de ellos.
Porque la fórmula D'Hont es proporcional a partir del 6/7 escaño
que se distribuye, antes produce efectos mayoritarios. De ahí que
personalmente piense que sea mejor cambiar la circunscripción a la
comunidad autónoma. Porque una persona un voto es un eslógan
malinterpretado. Porque el tema es que cuantas más personas
representadas mejor, cuantas menos personas fuera del circuito
institucional mejor. De ahí la necesidad de jugar con el equilibrio
territorial, cosa que sucede en muchas partes del mundo. A nivel
interno con una participación paritaria de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa
con 25 escaños cada uno en el Parlamento Vasco. Y es que, a nivel
del estado, el que le quita representación a los “minoritarios”
son el PP y el PSOE. En circunscripciones como Cuenca, Soria, Jaen o
Alicante, donde el voto a cualquier candidatura que no sean esas dos
no suma a tener escaño. Entre otras cosas por el % mínimo de acceso
a la representación, que quizás debiera bajarse al 3% o al 1%, o
elimnarse.
Según
me cuentan decía Aristóteles que dar igual trato a los diferentes
era poco menos que un acto criminal de desigualdad. Porque cada cual
tiene su propia realidad nacional, su propia realidad regional,
producto de una historia que no conviene simplificar, en detalles y
matices que tienen su importancia. En realidades que conviene conocer
desde la fuente, de primera mano, contrastándola, conociendo todos
los puntos de vista. Porque quizás algunos tienen peculiaridades que
los hacen únicos. Una lengua, una cultura, una institucionalización
propia. Algo peculiar en sus estructuras jurídico-políticas. Y hay
que conocer su estatuto de autonomía, y su proceso de creación y
ratificación. Y su posterior desarrollo. Y la actitud de los
diferentes parlamentos y gobiernos, electos democráticamente. Y si,
me estoy refiriendo a Cantabria. Y me interesa. Porque pase lo que
pase la topografía es muy tozuda, Euskadi y Cantabria seguirán
siendo territorialmente vecinos. Por eso cuanto mejor nos conozcamos,
mejor nos complementemos, y mejor nos llevemos, mejor. Desde la
legítima diferencia, claro está.
El
pasado está ahí, es historia, para todos, la de todos, para bien, o
para mal, la de unos y la de otros, investigarla es bueno, conocerla
es útil, a poder ser bien, con interés, sin simplificaciones y
medias verdades interesadas, pero la cuestión, en el siglo XXI, debe
pivotar sobre la participación y la democracia. Voluntad de ser para
decidir. Sobre la base del diálogo, la negociación, el acuerdo, el
pacto, el respeto a la palabra dada y la firma estampada en el papel.
El respeto a la ley, entendida como una realidad mutable, cambiable,
como una construcción humana, basada el la voluntad de las y los
ciudadanos. Y empezar a cambiar el chip de privilegios a derechos,
que lo son en realidad, y de prebendas en logros de una negociación,
como muchas ha habido en Madrid. Yo creo que, independientemente de
lo que pueda haber habido en el pasado entre Cantabria y Euskadi, los
puntos de acercamiento están ahí para cuando nos animemos a
tomarlos, desde el respeto al derecho ajeno, que según Benito
Juarez, es la paz. Una paz amistosa, fraternal y en la busqueda de la
prosperidad equitativa de ambos territorios es lo que me gustaría
ver a mi. ¿Utopía? Tal vez. Yo, humildemente, apuesto por ella.
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